sábado, 17 de marzo de 2012

El Espíritu de Dios es la fuente de mi fortaleza



Charles Colson, uno de los ayudantes del presidente Nixon, habla de su triste pasado y de su encuentro con Dios. Su humillación más grande, dijo él, “fue el haber sido puesto en la cárcel.” Sin embargo, fue a través de esa experiencia de vida que la “La Palabra viva de Dios” vino a su vida.

En su libro “Loving God” (amando a Dios) el autor hace un resumen de su vida diciendo: “ El legado real de mi vida fue mi fracaso mayor, el ser un ex convicto. La humillación de ir a prisión y tocar fondo fue el comienzo de una nueva vida en Cristo, pues de la anterior no tenía de que gloriarme. Dios eligió para Su gloria, la experiencia más vergonzosa de mi vida de la cual no puedo gloriarme. Yo le entregué mis fracasos a Jesucristo y experimenté algo nuevo y refrescante y me sentí más liviano.
A veces el fracaso, la enfermedad, las frustraciones con la vida es lo único que tenemos. Yo le entregué todas mis escorias a Dios y sentí perdón, amor y fortaleza de Dios al leer la “palabra viva’ de Dios, que me decía: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia soy salvos) y juntamente con el nos resucitó, y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”(Efesios 2:4-6)
Dios da fortaleza a nuestro espíritu, tonifica nuestra energía creadora que se hace abundante por el poder de Su Espíritu en mí. Él nos levanta y nos sostiene por amor a su nombre. Dios es Amor. Hoy me siento verdaderamente renovado, refrescante, vigorizante y fortalecido por la gracia de Dios. En la vida los fracasos, las enfermedades o las frustraciones no tienen la última palabra. Dios puede ayudarnos a escribir nuevos capítulos a nuestra vida usando el drama y las experiencias del pasado para redimirlas. Todo es cuestión de la entrega de lo que tenemos; éxito, cansancio, frustraciones de lo vivido. Dios en su infinito amor los tornará en bendiciones. Ahora puedo decir con seguridad: “ El Espíritu de Dios es la fuente de mi fortaleza”.

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